jueves, 31 de julio de 2014

LA PRIMERA IMPRESIÓN DE LA HONRADEZ SE FORMA EN 100 MILISEGUNDOS



Según un reciente estudio publicado en la revista PNAS por investigadores de la Universidad de York, en Reino Unido, cuando miramos a la cara a otra persona valoramos en cuestión de 100 milisegundos características como la honradez, el atractivo o la autoridad que representa esa persona, únicamente a partir de sus rasgos faciales (boca, ojos, mandíbula y pómulos).


Para llevar a cabo el estudio, el equipo de Tom Hartley así como evaluadores independientes, analizaron características físicas de 1.000 imágenes faciales con rasgos variados y combinaron en ellas 65 atributos físicos como la posición del pómulo o el ancho de la ceja. Como resultado de este análisis construyeron un modelo teórico que explica el 58% de la variación de las primeras impresiones basadas únicamente en atributos físicos, en el que por ejemplo, los atributos relacionados con los ojos correlacionaron con el atractivo físico, mientras que los relacionados con la zona de la boca lo hicieron con la impresión de accesibilidad de la persona (ver imagen de la revista PNAS).

[Img #21336] Pero el equipo de Tom Hartley fue un paso más allá diseñando un modelo capaz de generar caras simuladas de dibujos animados que, tal como habían pronosticado, produjeron impresiones específicas y predecibles en observadores externos.
 

Podría concluirse por tanto, que la sabiduría popular que se refleja en el dicho "la primera impresión es lo que cuenta" adquiere una base científica y probada, al menos para características de la personalidad como la honradez, la autoridad y el atractivo, según confirman estos nuevos hallazgos. 


Sin embargo, como acostumbro a añadir siempre, a pesar de que estos avances supongan un importante añadido a ámbitos como el de la influencia social o las relaciones interpersonales, serán necesarias nuevas investigaciones en esta misma dirección, ya que aún quedan abiertos muchos más interrogantes que la ciencia ha de resolver:

¿Sucederá lo mismo con otras características de la personalidad? ¿Se podrían modificar los rasgos físicos a partir de los psicológicos? O mejor aún ¿se podrían modificar nuestros rasgos psicológicos a partir de los físicos? ¿Qué implicaciones tendría este avance para el ámbito clínico de la psicología?



Referencia bibliográfica: Richard J. W. Vernon, Clare A. M. Sutherland, Andrew W. Young, y Tom Hartley. “Modeling first impressions from highly variable facial images”. PNAS, 28 de Julio de 2014.

martes, 29 de julio de 2014

3 PASOS PARA CAMBIAR UN MAL HÁBITO


No son pocas las ocasiones en la vida en que nos planteamos cambiar: cambiar de zapatos, cambiar de trabajo, cambiar intereses, cambiar los muebles, etc. No obstante, no siempre elegimos renovar objetos que se pueden comprar y es ahí donde la cosa se complica.


A veces queremos cambiar una conducta que no nos está siendo útil como fumar o llegar tarde al trabajo, en otras ocasiones son emociones que no estamos empleando bien como la tristeza o la ira, o incluso, puede que lo que necesitemos cambiar sea una rutina porque la que tenemos instada no nos sale rentable como puede ser el caso de no hacer deporte, de comer exceso, etc.


Sea como sea, después de dar el no menos importante paso de identificar qué hábitos queremos modificar, previo al cambio, siempre tiene lugar un punto de inflexión en el que nos preguntamos: ¿Cómo haré para cambiar esto?

Dependiendo de la magnitud de nuestro objetivo, esta respuesta hará que se ponga en marcha toda la maquinaria pensante y que en pocos días ya estemos iniciando un cambio, pero también puede que, de lo contrario, esa magnitud abarque tantos aspectos de nuestra vida que nos sintamos desbordados y algo desorientados sobre cómo comenzar a cambiar el hábito en cuestión.


Por suerte, existen pasos que nos pueden facilitar enormemente la labor, puesto que nos facilitan el cambio estructurando este en pequeños pasos alcanzables que también nos guiarán de manera efectiva hacia la consecución de nuestro objetivo.


Una vez identificado el comportamiento que queremos modificar, el primer paso es pensar en los beneficios que obtendremos al cambiar este hábito desadaptativo. Pensar en ello nos permitirá disponer de razones para persistir en nuestro proyecto de cambio lo que finalmente repercutirá en una manera menos costosa de llevarlo a cabo.


El siguiente paso es elegir una alternativa para a ese mal hábito. En el caso de fumar después de comer, por ejemplo, podría consistir en lavarse los dientes, recoger la mesa, etc. La conducta alternativa que elijamos debe ser factible y apetecible en la medida de lo posible, es decir, no debe suponer un esfuerzo mucho mayor que el que suponía nuestro anterior hábito, de lo contrario no será apetecerá intercambiarlo por el nuevo. 


Si seguimos con el ejemplo anterior, recoger la mesa sería mucho más factible y apetecible que hacer cien flexiones del mismo modo que salir a correr 1km será más factible que salir a correr 20, o limarse las uñas más apetecible que poner las manos tras la espalda y esperar a no mordérselas.


Una vez que tenemos claro qué queremos modificar, cómo y por qué, sólo nos queda ponerlo en práctica. Pero antes, conviene llevar a cabo algún ensayo en el que podamos poner a prueba nuestras hipótesis y corregir errores que puedan surgir, pero hacerlo de forma que no corramos el riesgo de desanimarnos, esto es: Es hora de imaginar cómo tendrán lugar nuestros nuevos hábitos. 


Entrenar la imaginación nos permite por un lado familiarizarnos con nuestro nuevo hábito, de manera que disminuyen nuestras reticencias hacia él. Además, como ya hemos dicho, permite poner a prueba nuestras hipótesis y subsanar posibles obstáculos que puedan surgir (comer fuera y no poder recoger la mesa). Por último, nos facilitará una clave de recuerdo mucho más efectiva para que, llegado el momento, tengamos más posibilidades de acordarnos de qué es lo que debemos hacer.

Y para finalizar, ya sólo nos queda pasar a la acción, que con total seguridad nos será mucho más llevadera si seguimos estos sencillos pasos. 


Únicamente recordaros que para cambiar un mal hábito, necesariamente habrá que sustituirlo por otro, y que antes de iniciar ningún proyecto de este tipo, debemos estar completamente convencidos de que esa rutina ya NO nos es útil y que una alternativa a ella podría serlo mucho más. De lo contrario, todos nuestros esfuerzos serán en vano, puesto que finalmente, ninguna persona lleva a cabo una acción de la que no está completamente convencida, ¡y mucho menos si tiene un coste! Al fin y al cabo somos animales racionales...


Pero si ya estáis decididos, enhorabuena y... ¡Ánimo! Con ganas, disciplina y perseverancia se puede conseguir todo lo que uno se proponga y la mayoría de las veces, incluso más, como ya remarcara Machado "se hace camino al andar".


lunes, 21 de julio de 2014

LAS MUJERES VEN A LAS QUE VISTEN DE ROJO COMO RIVALES SEXUALES


Muchos han sido los estudios dedicados a explorar los efectos que este color tiene sobre las personas. Gracias a ellos, hoy es bien conocido que el color rojo simboliza la fertilidad, la pasión y el atractivo, especialmente entre el género masculino, quienes encuentran más atractivas a las mujeres que visten de este color. Sin ir muy lejos de hecho, podemos encontrar miles de anuncios en los que esta tonalidad se utiliza para vender determinado producto a este sector de la población.

Pero ¿cómo ven las mujeres a otras mujeres que visten de color rojo? ¿También las encuentran más atractivas?


Una reciente investigación publicada por el "Personality and Social PsychologyBulletin" se propuso responder a este interrogante.  


La investigación se llevó a cabo con una muestra de 196 mujeres, separadas en dos grupos. El procedimiento consistió en observar fotografías idénticas de mujeres durante 20 segundos. A un grupo se les administró estas fotografías donde aparecían las mujeres vestidas de rojo, y al otro grupo (grupo control) se les administraron estas fotografías pero con las mujeres vestidas de blanco. Posteriormente, a ambos grupos se les administró un cuestionario idéntico para evaluar la impresión que se formaron sobre las protagonistas de estas fotografías. 


Los resultados indicaron que las mujeres que visualizaron las fotografías de otras féminas vestidas de rojo, evaluaron a éstas como más receptivas sexualmente que las mujeres evaluadas por el grupo control, quienes vestían de color blanco.


Estos resultados sugieren que las mujeres que visten de color rojo son percibidas por sus congéneres como mayores rivales sexuales, puesto que tendrían mayor receptividad sexual hacia los varones y por lo tanto mayor ventaja.

Sin embargo, pese a suponer un gran aporte científico, la actual investigación, como todas, se presta a replicación: Aún deja abiertos muchos interrogantes en torno a la calidad de esta rivalidad y a la simbología general de este color, y de otros como el blanco, que esperamos la misma ciencia no tarde en resolver.