Con la operación bikini cada vez más cerca no son pocas las personas, incluída servidora (para qué mentir…), que se pregunta cuándo inventarán o “una pastillita” para adelgazar y otra para dejar de comer…
Cuestionamiento
de estereotipos aparte, lo cierto es que la conducta de ingesta, y en concreto
su función de saciedad, es una de las áreas psicológicas que más interés
suscita dado el papel fundamental que cumple en los diversos Trastornos
Alimentarios, como es el caso del trastorno por Atracón o el Trastorno Bulímico
entre muchos otros.
¿Cómo funciona nuestra saciedad?
De manera general se puede decir que son 3 los mecanismos de saciedad que a corto plazo nos inducen a detener la ingesta de alimentos. Mecanismos que, bien diferenciados pero coordinados e interrelacionados entre sí, aseguran a nuestro organismo la más óptima función de saciedad.
SEÑALES CEREBRALES
El cerebro (como en todas las funciones orgánicas) tiene un papel predominante, pues coordina prácticamente todas las señales de nuestro organismo.
En el caso
que nos ocupa, hablamos de factores cerebrales muy dependientes del aprendizaje
propio de cada persona, donde el tiempo que se haya condicionado a la
comida toda la vida (siempre terminamos en media hora por ejemplo), lo fría
o caliente que esté esa comida, su olor, o simplemente la visión
de mucha cantidad o poca para lo que estamos acostumbrados, serán en su
conjunto las llamadas de atención aprendidas por nuestro cerebro que le incitarán
a parar de comer. O lo que es lo mismo le enviarán el mensaje de “ya vale por
hoy”.
SEÑALES GASTROINTESTINALES
Nuestro estómago e intestinos, como no podía ser de otra manera, también envían señales de saciedad a nuestro cerebro con la finalidad de que este a su vez paralice la conducta de ingesta.
Concretamente
el mecanismo de actuación de la saciedad gastrointestinal es a través de
receptores de nutrientes que se encuentran en su mayoría en nuestro estómago e
intestinos, que si bien es cierto interactúan con los demás mecanismos
saciantes, en suma serán más tardíos en avisar que los factores cerebrales, con
toda la cantidad de alimento en exceso que esa tardanza podría suponer...
SEÑALES DE HÍGADO Y PANCREAS
Si tanto los
mecanismos cerebrales como los gastrointestinales activaban la saciedad de
manera anticipatoria, es decir, anticipaban un estimación de la cantidad
ingerida necesaria para restablecer los niveles basales de nutrientes en
nuestro organismo, el hígado y la insulina segregada por el páncreas, serán los
únicos en saber si realmente el alimento ha llegado a su destino o no, y por
tanto quienes comuniquen en último lugar la saciedad a nuestro cerebro.
El hígado por su parte prolongará las mismas señales de saciedad gastrointestinales, mientras que los niveles de insulina por otro lado, advertirán al cerebro sobre la cantidad de nutrientes recibidos.
En suma,
todos los mecanismos de saciedad con que cuenta nuestro organismo influyen
conjunta e interactivamente para que nos sintamos satisfechos y dejemos de
comer. No obstante, como se aprecia, los mecanismos más rápidos, más numerosos
y finalmente de mayor relevancia son los mecanismos cerebrales o psicológicos,
cerebro que tendrá además siempre la última palabra decisoria para terminar de
comer o no hacerlo.
Siendo así,
no es de extrañar que la primera línea de intervención en Trastornos
Alimentarios sea la psicológica (además de por otras razones de base
evidentemente), puesto que los factores psicológicos que intervienen en la
saciedad son los más dependientes del aprendizaje y ello significa que podemos
reaprender a saciarnos antes o después, según convenga.
Y también al
contrario, es de extrañar y mucho, que no sea también el factor
psicológico uno de los más importantes objetivos de intervención tanto en
dietas como en cuidados nutricionales.
Con todo
ello, siempre hay que tener en cuenta que nuestro recorrido evolutivo ha
favorecido durante miles de años que las señales de inicio de ingesta sean
muchísimo más potentes que las señales de saciedad ¿cómo sino asegurar nuestra
supervivencia? Cuestión que finalmente choca de bruces con unos estereotipos,
una cultura, o una sociedad que impera todo lo contrario: La flaqueza extrema.
Es en esa
encrucijada donde, finalmente, surgen la mayor parte de los Trastornos
Alimentarios… Y quizás por ello, fuera ahí precisamente donde TODOS deberíamos
hacer un intento por adelgazar: adelgazar juicios físicos, prejuicios, y demás
connotaciones negativas a unos cuerpos que simplemente… ¡Cumplen su
función!
Patricia Merino López - Patricia Psicóloga Logroño
Si quieres saber más echa un vistazo a REEDUCAR LA SACIEDAD DURANTE UNA DIETA ;)
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