Hora de ir al dentista… ¿A quién le apetece?
Comienzan a
revolotearte algunas mariposas en el estómago (más si la cosa se intuye
dolorosa…), y ya al entrar nos inunda ese olor penetrante a eugenol (según nos
han dicho que se llama…) que nos recuerda toda la serie de artilugios que éste
utilizará para tratar nuestros problemas dentales: Desde los que hacen ruido, a
los que vibran, las inyecciones, etc… Y todo ello impregnado de una
incertidumbre total a saber qué nos deparará el futuro dental una vez abramos
la boca, que es por cierto, la clave del desarrollo del conocido temor al
odontólogo.
Y es que, en un grado u otro, ir al dentista es de las
visitas que a las personas más nos cuesta hacer. Desde los más grandes, a lo
más pequeños. Y ya sea de manera
preventiva como interventiva. Pues es una de las ramas de la medicina que a
través de la incertidumbre al dolor más pone a prueba nuestra ansiedad incluso tratándose
de una inofensiva revisión anual.
No obstante, desde el ámbito psicológico están bien
establecidas las terapias dirigidas a tratar esta fobia, ya sea en casos más
leves, como en sus formas más extremas, y sin embargo, son muy escasos los
casos de pacientes que se animan a trabajar en su problema psicodental. Siendo
paradójico incluso, que sea la fobia que en su grado más leve, más personas
sufren. Tanto es así, que no es de extrañar que la disciplina no pare de buscar
nuevas formas terapéuticas que cuiden del bienestar de las personas en este
ámbito “psicodental”.
Esto mismo se propusieron psicólogos y odontólogos de la
UANL, en México, esto es, sensibilizar a las personas en general, y a los más
pequeños en particular, la adherencia al tratamiento de prevención dental y en
su caso si lo hubiera, la adherencia al tratamiento dental en sí mismo.
¿Cómo? Pues a través del apoyo incondicional que sólo los
perros por su carácter y sociabilidad nos pueden ofrecer. Para ello, llevaron a
cabo un estudio en el que Serafina, Cano, Olga y Kebani, cuatro perros
entrenados desde cachorros para tal fin, acompañaron a diferentes pacientes en
la realización de una limpieza bucal totalmente gratuita, lo que por otro lado
garantizó una amplia muestra de participantes para el estudio.
Las hipótesis que subyacen al estudio, no son otras que la
de reducir el foco atencional por un lado, y por otro, proporcionar al paciente
la liberación de diferentes analgésicos naturales de las personas, como las
endorfinas y/o la oxitocina, que se segregan en el contacto social y que ayudan
a reducir sustancialmente el dolor. De esta manera, no sólo los pacientes son
menos sensibles a las pequeñas molestias de la intervención, sino que además,
tendrían menos recursos disponibles para atenderlas. Lo que en suma, se
esperaba que redujera significativamente el nivel de ansiedad durante la
intervención.
Así, desde un entorno cuidado y supervisado por los
adiestradores caninos, los perros más grandes como Cano que es un labrador se
tumbaron en el suelo, mientras que los más pequeños como Olga, se tumbaron con
el paciente en su mismo regazo. De esta manera sencilla, siempre al alcance de
la caricia y de algún premio si al paciente le apetecía darlo, comprobaron que,
el apoyo casi desapercibido pero no menos importante de estos canes disminuyó
significativamente la presión arterial de los participantes, entre otras medidas
de estrés evaluadas, y en definitiva se consiguió reducir significativamente la
ansiedad de estos frente al tratamiento bucodental. Destacar, que los participantes de este
estudio están siendo (puesto que la investigación sigue abierta) en su mayoría
niños de diferentes edades, lo que mejora sustancialmente el pronóstico de esta
herramienta prodental.
Y es que, si desde la psicología como ya comentábamos antes,
están bien establecidos los mecanismos de tratamiento para esta fobia, no
estaría nada mal, mejorarlos con esta herramienta asequible y de gran valor,
que promete mejorar no sólo la adherencia a los tratamientos odontológicos,
sino estos tratamientos en sí mismos que de otro modo muchísima gente pospone y
empeora en consecuencia.
No obstante, y a pesar de que la terapia con animales se
muestra muy ambiciosa en todos los ámbitos de la salud, el presente estudio es
una investigación científica que aún permanece abierta, en busca de un mayor
número de resultados, y que de ser buenos como lo están siendo, necesitarán sin
duda de más comprobaciones aún para verificar si, efectivamente, esta
herramienta es válida para su uso coadyuvante en el tratamiento psicológico de
la fobia dental e incluirla por tanto en el acervo de tratamientos psicológicos
eficaces.
De cualquier forma… No me digáis que ahora más que nunca y
en vista de los nuevos estudios que salen a la luz casi a diario con perros (si
es que no lo sabíamos ya…) que quien tiene un amigo de 4 patas, tiene un
tesoro!!
Patricia Merino López
PD.: Para más información, échale un vistazo a la historia de Humphrey, el perro que trabaja en el dentista ;) http://www.schnauzi.com/humphrey-perro-ayuda-pacientes-miedo-dentista/